Me alegra abrir esta ventana para dar a conocer mi trabajo cómo sexóloga; Una profesión que no deja de enriquecer mi vida y de sorprenderme en el acercamiento con curiosidad, cuidado y atención a la cualidad sexuada de la diversidad humana.

El cambio de paradigma del que hablábamos se ha instalado de forma radical. La incorporación de la tecnología a nuestra vida es ya crucial hasta en los espacios y en las relaciones más íntimas; pero a la vez que utilizamos pantallas para comunicarnos, se ha ampliado la distancia corporal de contacto; nos relacionamos con un mayor número de personas, pero la calidad emotiva y vincular es más ligera.

Estamos en un momento ideal para reinventarnos, para crear nuevas ideas, para dar importancia a reconocernos diferentes, a la necesidad que tenemos de los demás y a recuperar el cuerpo, la sensibilidad, ternura y vulnerabilidad como valores.

Se nos plantean retos importantes a quienes trabajamos con el tejido relacional y vincular, con el deseo erótico, con el contacto sensual de la piel con piel. Si ya lo eran, ahora se presentan con verdaderos tesoros, preciadísimos bienes a proteger, cultivar, defender…

La protección de la intimidad y la privacidad en un momento de dispositivos conectados en todos nuestros rincones es aún más necesaria, se convierte en un frente claramente definido.

MOMENTO ESENCIAL DE DIVERSIÓN

Ser sexóloga siempre ha sido una propuesta de diversión; también en su sentido etimológico del latín divertere «dar giro en dirección opuesta, entretenerse y recrearse“; pues la perspectiva que atiende la sexualidad en la dimensión que la Sexología propone, permite hacer un cambio de mirada y tomar una perspectiva más rica y adecuada de nuestra condición diversamente sexuada y relacional.

Es un momento clave para “divertirse” y crear estrategias que preserven nuestra naturaleza vincular sensual y erótica, así como contextos amables para la vida.