Parte 3ª

DISCAPACIDAD Y DEPENDENCIA, CUIDANDO A TU PAREJA. LA VIDA ERÓTICA

En la anterior entrada del blog analizaba el complejo proceso emotivo que supone la experiencia del cuidado de la pareja y sus consecuencias en la vida social o en la percepción del tiempo y planes futuros. En este artículo nos adentramos en el análisis de la dinámica de la intimidad y la vida erótica de la pareja en estas circunstancias.

El cuidado de la intimidad

Dotar de significado y vida a la intimidad en las nuevas circunstancias de una pareja que cuida de otra en situación de dependencia, es un enorme reto para el que es conveniente diferenciar y respetar los espacios, necesidades, ritmos y tiempos de cada integrante; además de prestar cuidado y atención al espacio en común que es la pareja (tu + yo + pareja).

La intimidad no siempre tiene que ver con la erótica y el placer compartido. El espacio y el tiempo de intimidad es esencial para nuestro bienestar, por múltiples razones. En intimidad reestructuramos y ajustamos nuestras emociones y propiocepción, conectamos con los propios deseos, establecemos límites, integramos nuestra imagen corporal sexuada y disfrutamos de sensaciones placenteras.

Por lo tanto, un factor que puede garantizar cierto bienestar en la pareja siempre tiene que ver con preservar estos espacios y tiempos de intimidad para cada integrante y también a la intimidad compartida en pareja.

La intimidad de cada miembro de la pareja va a pedir de límites intradiádicos claros que definan los lugares y momentos que cada integrante necesita para sí, gestionando con respeto y claridad los sentimientos de culpa y ambivalencia que suelen derivarse de este posicionamiento individual frente a la pareja.

La calidad del cuidado y atención al cultivo de la intimidad compartida requiere de una comunicación abierta y honesta. Resulta importante encontrar formas más o menos lúdicas, de expresión de las necesidades, deseos y puesta al día de los detalles cotidianos que generan los roles en la situación de cuidado y dependencia; pues suele resultar natural intentar evitar en ocasiones temas de difícil explicitación en la dinámica de la pareja.

Una intimidad compartida de calidad, que sea significativa y valiosa para ambos requiere de planificación. Planificar los encuentros para la intimidad de la pareja en forma de citas en las que preservan ese espacio de tiempo para dedicarlo al cultivo de los gustos, deseos y aficiones en común; permite reforzar el rol que cada uno hombre o mujer, tiene en la pareja para salir del “modo cuidador o cuidadora”. Para estos momentos de intimidad compartida, es importante contar con la posibilidad de solicitar los apoyos necesarios, como puede ser la asistencia personal, que permitan disfrutar de este tiempo de calidad fuera de rol de cuidado.

Desde luego que en la dinámica de pareja; todos estos detalles que se especifican, conviene que no se conviertan en expectativas ni exigencias rígidas, sino más bien que sirvan de trayectoria a seguir guiada por las propias reglas de la pareja. Ya suele existir bastante presión interna y externa sobre cómo debe ser una relación de pareja; es recomendable que de forma lúdica, cada pareja defina por sí misma el “juego al que va a jugar” y maneje con mucha flexibilidad las expectativas que se tengan sobre la relación.

Un importante asunto a gestionar sobre la intimidad de la pareja, tiene que ver con compartir o no el lecho o la habitación para dormir. La calidad del sueño en las situaciones de cuidado por una dependencia puede verse deteriorada y afectar más a la presión y cansancio de quien cuida. El prescindir del colecho puede ser una situación habitual consecuencia de la necesidad de reforzar el descanso nocturno, que disminuye significativamente el espacio y tiempo de intimidad en pareja; por lo que suele generar la necesidad de programar otros tiempos de intimidad compartida.

 

La vida erótica

Después de haber descrito con detalle parte de los ámbitos de la pareja que se ven afectados por los cambios frente a una situación de discapacidad o dependencia en la pareja, es fácil deducir que la dimensión erótica puede verse también afectada.

La vida erótica hace referencia a la gestión, expresión y disfrute de los deseos sexuales de la pareja, y se verá afectada por el ajuste de expectativas y sobre cómo se gestione el cambio de roles en la nueva situación.

Este espacio erótico siempre experimenta cambios a lo largo de su vida, y la discapacidad o dependencia de uno de sus miembros no tiene porqué implicar el final de su disfrute. Como cada pareja es única, experimentará estos cambios de forma diferente y desplegará diferentes recursos y estrategias para afrontarlos.

La intimidad erótica puede reinventarse. Es necesario comprender que la nueva situación va a suponer cambios en nuestra erótica que serán más fáciles de realizar si se pone atención a los aspectos más placenteros y gratificantes. Por eso para cultivar la nueva erótica, va a ser esencial conectarla con la erótica que la pareja tenía antes de la situación de dependencia o discapacidad.

Algunas parejas descubren nuevas formas de sentirse cerca a través del erotismo cuando otras formas de conexión se han deteriorado; y otras se distancian al no poder conectar a este nivel. Digamos que la vida erótica es ese delicado lugar en el que la pareja se encuentra, si su calidad de conexión e intimidad es fértil. Por el contrario, el deseo erótico puede verse inhibido en situaciones por la cotidianidad de la sobrecarga, la rutina, la excesiva responsabilidad, la sobreprotección, el cansancio o los efectos secundarios de algunas medicaciones.

Las expectativas sobre lo que la pareja considera un encuentro erótico de calidad, están muy determinadas por las creencias que se tengan y van a determinar la sensación de satisfacción. Por lo que en la reinvención de la vida erótica se hará a partir de una reeducación de las creencias que permita un reajuste de expectativas, buscando además los apoyos disponibles para reanudar el juego con los nuevos códigos.

El escenario erótico de cualquier pareja suele estar muy condicionado por la prescripción funcional del coito como práctica y del orgasmo como meta univoca de la excitación sexual. Cuando se encuentran dificultades en este terreno, se puede realizar un ajuste educativo de estas expectativas, para focalizar la atención en sensaciones que proporcionan placer sexual corporalmente más globalizado y con unas expectativas no tan orgásmicamente resolutivas.

Cultivar el disfrute más allá de la genitalización y el coitocentrismo, con una sensualidad en la que participe todo el cuerpo como espacio de juego, estimulo y creatividad. Un juego erótico que se desencadene en un marco lúdico y pausado; que sigua el ritmo de aprendizaje y experimentación de quienes lo protagonizan va a facilitar que el encuentro erótico de la pareja sea de calidad, vinculante y significativo.

El deseo de piel y de contacto pueden reestructurar el nuevo erotismo de la pareja, proponiendo nuevos escenarios y juegos para experimentar y encontrarse en un marco en el que la vulnerabilidad y diversidad, propias de la condición humana, son acogidas con la ternura como base de interacción y comunicación y de erotización del buen trato.

En ocasiones se resta importancia a la sencillez de un abrazo o de una muestra de amor, cuando en general son los verdaderos pilares de la intimidad de calidad, o se tiende a percibir la situación de discapacidad como una merma en la vida erótica. Y en cambio, este crítico momento puede resultar una oportunidad para la pareja de crecer eróticamente, de tomar decisiones sobre cómo desean los encuentros eróticos o sobre cómo los disfrutan; en definitiva una oportunidad para empoderarse en la calidad de sus encuentros.

Lo que en principio pudiera ser considerada como una situación de pérdida de intimidad, erotismo y bienestar; puede resultar, una vía de experimentación y reencuentro; una oportunidad para empoderarse en la calidad de los encuentros que cada pareja gestionará desplegando sus propios recursos y posibilidades.

Recordando las recomendaciones de este artículo sobre el cuidado en la pareja con discapacidad o dependencia, se puede decir que la calidad de vida de la pareja mejora si se revisan las creencias y flexibilizan las exigencias sobre la situación. Si se cultiva el autocuidado, la aceptación de las emociones que surgen revisando y comprendiendo su origen, manteniendo vínculos y amistades y buscando apoyo en redes naturales o profesionales. Si se respetan los espacios y tiempos de intimidad diferenciando la propia y la compartida. En la vida sexual, el deseo de piel y de contacto pueden reestructurar el nuevo erotismo de la pareja, encontrando nuevos escenarios y juegos con la ternura como base de interacción y comunicación.

Este acercamiento a la intimidad de la pareja que cuida suscita infinidad de temas en los que seguir profundizando, como la diferencia entre la intimidad propia y la compartida, los diferentes apoyos que existen para el acceso al cuerpo y al placer, la dinámica del deseo sexual o el efecto en la respuesta sexual de determinadas lesiones.

 

Inma Ruiz de Lezana Marañón
Sexóloga y Psicóloga
Socia de la AEPS
Acompañamiento y atención sexológica. Especializada en inclusión y discapacidad

www.inmaruizdelezana.com